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Emilia Pardo Bazán

Infancia y educación.

Emilia Pardo Bazan (1897).jpgEmilia Pardo Bazán era hija de una familia gallega noble y muy pudiente de España: el conde pontificio de Pardo-Bazán, José María Pardo-Bazán y Mosquera,1 título que heredó a la muerte de su padre en 1908, y Amalia María de la Rúa-Figueroa y Somoza. Su padre le proporcionó la mejor educación posible, fomentando su amor por la literatura.2 A la edad de nueve años ya empezaba a mostrar un gran interés por la escritura. Fuera de la casa de la calle de Tabernas poseían otras dos residencias, una cerca de Sangenjo, un pueblo de pescadores, y la otra en las afueras de La Coruña, el Pazo de Meirás. En la biblioteca paterna encontró acceso a una gran variedad de lecturas; declaró que sus libros preferidos entonces fueron Don Quijote de la Mancha, la Biblia y la Ilíada. En la casa de La Coruña leyó además La conquista de México de Antonio de Solís y las Vidas paralelas de Plutarco. Los libros sobre la Revolución francesa la fascinaban. Cuando la familia iba a Madrid durante los inviernos, Emilia asistía a un colegio francés protegido por la Real Casa,2 donde fue introducida en la obra literaria de La Fontaine y Jean Racine —lo que le será muy útil en sus frecuentes viajes a Francia para conectar con la literatura europea y conocer y tratar a muchos autores importantes, como Victor Hugo—. A los doce años la familia decide quedarse en La Coruña durante los inviernos y allí estudia Emilia con instructores privados. Se sale del ritual de la educación femenina al negarse a tocar el piano y a tomar clases de música. Dedica todo el tiempo posible a su verdadera pasión, la lectura.

Inicios como escritora.

En 18683 , tras contraer matrimonio con José Quiroga Pérez Deza,1 3 se estableció en Madrid. Los padres de ella se le unieron cuando José Pardo fue nombrado diputado, pero éste se desilusionó pronto de la política y en 18722 toda la familia se marchó a Francia. Viajaron por Europa (Inglaterra, Italia, Alemania) y Emilia aprendió además inglés y alemán. Publica las crónicas de este viaje en el diario El Imparcial —recogidas después en uno de sus libros de viajes, Por la Europa católica (1901)—, y en ellas denuncia la necesidad de la europeización de España y recomienda viajar al menos una vez al año como medio para educarse.3
Asidua lectora de los clásicos españoles, se interesó también por las novedades literarias extranjeras y se dio a conocer como escritora con un Estudio crítico de las obras del padre Feijoo (1876), con el que ganó un premio, compitiendo en este certamen con Concepción Arenal. Por aquella época, la autora considera al padre Feijoo su ideal literario, posiblemente por su feminismo avant la lettre.3 Este mismo año nace su primer hijo, a quien le dedicará un libro de poemas titulado Jaime, publicado por Francisco Giner de los Ríos3 . En 1879, coincidiendo también con el nacimiento de su primera hija, Blanca, publicó su primera novela, Pascual López, autobiografía ficticia de un estudiante de medicina que se halla influida por la lectura de Pedro Antonio de Alarcón y de Juan Valera, y todavía al margen de la orientación que su narrativa tomaría en la década siguiente.3 El éxito de la novela le lleva a seguir por ese camino, publicando en 1881 Un viaje de novios, una obra curiosamente híbrida, en la que elementos puramente realistas se mezclan con otros propios de la novela de tesis —en este caso, la imprudencia de un matrimonio de conveniencia—4 y con profusas descripciones de paisajes y personajes, que toma de Balzac y Daudet, y que ya anuncian su próximo interés en el Naturalismo.3

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